ESCRITOS


20/8/19

Cobrar por el cielo es lo mismo que llevar dos días en un resort. ¿Recompensar por el averno? A eso únicamente se avienen las Iglesias. Mi alma me aconseja no pagar, no pagar, ni siquiera por las prostitutas, ni siquiera por el lujo, ni siquiera por el amor (tal proceder pudiera ser tachado de mezquino). Pendenciero es el corazón cuando se carece de condón, proscrita la cartera cuando escasean los bolsillos. El hidalgo se embriagó de tus pechos alcohólicos, quiso que en tus panes cupieran dos sardinas para meterte mano con guante de seda y deleitarse con el vino de tu cosecha. A la heroína no le importa el cannabis, y a la belleza se accede por la fascinación.

7 comentarios:

  1. No dos sardinas sino media docena son las que me como a la plancha cuando voy a Portugal y visito la villa Regaleira que es como un descenso al infierno con su torre invertida -la torre negra- construida por un magnate luso y el mejor arquitecto de su tiempo, en una suerte de recorrido iniciático para solo él y unos pocos, pero ahora, la Villa es pasto de turistas con móviles y bermudas. ¡Qué miseria que la masa se haya apoderado de todo! Ya ni se cobra por el cielo, todos creen tener derecho a él, lleno de franquicias de ropa de marca -pero tú puedes estar en un resort de lujo con Mónica-. ¿Y el averno? Refugio de los poetas trasnochados y mezquinos como tú. Tienes cartera pero te niegas a pagar por los pechos alcohólicos. Recuerda tu origen impuro, tus sartenes curtidas en el hogar de leña, la literatura, esa puta inmisericorde, folla contigo cuando te alejas del resort y no te ve M. La mezquindad es una anticualidad de los resabiados que no cejan en el esfuerzo de salir de compras sin llevar dos euros en la cartera. No todo puede ser gratis. El amor es muy caro. Y la vida eterna no existe para seres como nosotros. La Iglesia ha decaído y ya las almas no escuchan los sermones desde los púlpitos. El pecado está en nuestro origen y solo nos queda masturbarnos pensando en el cristo que multiplicó los panes y los peces. ¡Qué hermoso era! Siempre está Portugal, no lo dudes.

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  2. No te olvides del buen bacalao de Viana y de las hermosas lusitanas... ¿A qué cielo ha derecho los que nos sabemos en el camino errado? No creo que alguna vez tenga el placer de encontrarme con M en un Spa, no soy ni por asomo un Caballero.
    Mejor un carterista que un poeta con cartera. Podría pagar por unos pechos de ebriedad, no lo negaré, ¿quién no desea ser amamantado en una destilería?, mas adoro el saldo y el estraperlo. El amor es muy claro y deslumbrante (no quiero decir que unas cuantas monedas lo deslustren). ¿Qué tal la vida efímera para todos los potentados? Penes y preces... ¡Qué hermoso era!

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  3. no nos ofusquemos: ¿qué hay que sea realmente gratis?

    por mucho que te invite un colega a unas sardinillas en boca (sea en Portugal o en la Escala), yo sé de algunos estómagos indigestos que ni regaladas las querrían, les sale carísimo el trago

    además: no todas la M son de pago, ni tan necias de cobrar por el aire que se respira a su vera o por dejarse magrear las peras (o los panes) a la sombra de una noche con luna llena... los caballeros tampoco lo son en todo

    a lo mejor habría que cambiar el "pagar" por "regalar", así: regalarse el cielo no tendría precio , como tampoco el averno pues de pecados hay un catálogo lleno... también para los indigentes que se dejaron en casa la cartera.

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    Respuestas
    1. Me gusta que pongas los acentos sobre las vocales, además agudiza tu ingenio y resalta las esdrújulas divinamente. Dicen que a caballo regalado no se le mira el diente (ni a yegua agasajada la crin o la grupa). Generalmente no aceptaría presentes de segundas manos, tal vez por ese larguísimo "trago" de las transacciones.
      Aunque las M fueran de pago tienen la libre voluntad de hacer lo que les plazca con su mercancía, pero no a ser tratadas como mercancía.
      Soy más tajante que tú al respecto: los caballeros nunca lo son.

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    2. tajante y drástico: qué ha pasado?

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    3. Lamento la impresión. No trataba de ser drástico con las aseveraciones, aunque en este caso se puedan dar a malos entendidos. Intenta observarlo desde la afirmación, no desde el antagonismo.

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