Y tú de qué hablas, ¿cuántos años estuviste sin trabajar, viviendo del cuento, de las ayudas familiares y el paro, y no te movías de la poltrona sin que te vinieran a buscar? Pues mira a quién salí por puta desgracia. Ves la paja en el ojo ajeno pero no ves la viga en el tuyo. Menos mal que espabilaste a los cuarenta y pico, pero claro, no te quedó más remedio porque te divorciaste, dejándonos supertiradas.
Y como estás en casa de mamá y te consiguió un trabajito por un conocido, fuiste un enchufado más, por así decirlo, qué fácil todo. Oh, sin mencionar lo poco que durabas en los empleos y lo amargado que estabas. Si te salía alguno en el que solo librabas un día, lo rechazabas, te ponías histérico y te ensañabas con las cosas. ¿Crees que no me acuerdo de todo?
De todo lo malo lo peor...
ResponderEliminarSaludos
Lo peor de nosotros mismos puede ser incuestionable, innegociable, pero siempre, estoy seguro, matizable.
Eliminarme has traído el recuerdo de alguin muy próximo que ya hacía eso mismo hace 40 años
ResponderEliminardéjà vu
Con los años se cambia, aunque sea de sofá. De lo pendenciero, lo más escabroso, los políticos.
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