Nunca podremos plantar tubérculos en las constelaciones sin el pertinente abono, adiós definitivamente al árbol del pan y al vino de la ciencia. Vivimos en una isla y creemos que la Tierra está deshabitada. Vivimos en la Tierra y creemos que el universo es un erial. Estamos solos en un punto indecente de la nada, estamos olvidados en Laniakea.
El paraíso es estercolado por los Dioses a diario, igual que un planeta arbitrario o el trisquel de una galaxia.
Observé a una criada tirar de la cisternas y lavar los urinarios para desincrustar la firma divina de los inconmensurables retretes; más ella no es el principio de la creación, es la parte irreal que me mantiene atado a este sueño. Quien ama estrellas únicamente desea abrasarse, quien recrea soles es imposible que no esté bronceado.
Quien se sumerge en el mar sueña con unicornios lascivos que buscan penetrar con su cuerno a Penélope, la reina de Ítaca, antes de que Ulises vuelva... pero en este caso no volverá. Contaremos la historia del revés y el héroe fracasará y no volverá a tener crédito en El Corte Ingles en la campaña de primavera, en esos ocho días de oro. Y tampoco se bronceará. Yo lo vi.
ResponderEliminarSi no regresa, Penélope lasciva se hará con todos los Unicornios, las tiendas de los chinos en Ítaca y el oro de los españoles en el Nuevo Mundo.
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