ESCRITOS


18/3/19

Fui a visitar a un reconocido poeta. A la entrada de donde moraba pude leer esta salutación: «Por favor, ruego, encarecidamente, una crítica honesta y sincera de mi obra. Sed valientes»... (Ortega Palomares)

Ni siquiera animando a los cobardes conseguimos intrepidez. De nada sirven los ruegos cuando tratamos de mirar hacia otro lado, pasar desapercibidamente ante la sugestión del juicio. Nos persuaden a ser molestos y queremos ser modestos. Deberíamos entrar con la puya y abrir entrañas, ya que el anfitrión nos convida a la sangre. 
¿No sería mejor guiarse por el hilo de Ariadna y confrontar al Minotauro, aunque regresemos al punto de partida una y otra vez, a permanecer en el laberinto y nos disculpen refiriendo que todos los caminos son correctos para llegar al final?

No hay comentarios:

Publicar un comentario