Te han dejado tirado... No eres hembra, no eres flor, solo una ramera en Re menor. La lluvia infinita en los bancales, el cielo fugitivo en los eriales. Cerca, el canto de los vencejos, los aventajados gorriones insurgentes, el suave cimbrear de unas caderas. Rectan los tallos de madreselva entre los zarzales. Pasos, deambular de gente y conversaciones banales. El graznar de las gaviotas sobre rocosos frontispicios y la sombra de un ala alevosa. Oh elevaciones, desear yacer en compañía. Estamos aquí sentados, inertes. Ya hemos recorrido este lugar con anterioridad y todo se repite como un déjà vu. El liquen anaranjado sobre las piedras y un hermoso Dios recostado. La niebla se retira de la niebla y el verso se despoja de un calcetín para mostrarnos el calcañar.