ESCRITOS


26/3/17

Bella cagaba unos pedos muy bestias y el ruido ponía paranoico a Bestia. Bestia cagaba unos pedos muy hermosos, los aplastaba con fruición para ornamentar su encanto y eran tan delicados como el perfume de las rosas. Bella no poseía aquella discreción y pasaba de esos orgasmos de narices, respondiendo a la galantería con mayor estridencia (tanto esparcimiento salpicaba los vestidos de baile y manchaba las cortinas de palacio). Oh, maldito cielo. Bella amaba a su bestia y Bestia amaba a su bello.

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