ESCRITOS


29/5/19

Siempre estaré a sus pies y a su servicio; pero, señora mía, ¿consideraría romperse una canilla para que pueda seguir disfrutando del placer de su compañía? Lo digo desde la más absoluta consideración hacia sus tobillos, incluso desde la ingenuidad de un esguince y el aprecio del corazón. No deseo apartarme de su afecto ni privarme de su cercanía. Puede usted explayarse en el dolor, sobreactuar los detalles y las consecuencias. Confío que ese contratiempo no me impida escucharla tocar el piano con la base del talón, al menos un preludio de Chopin.

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