Blanca como el clarión de las pizarras, me acidifica el corazón con su dulce mirada. Tiene una forma de barrer que no barre nada, y a destiempo sigue el ritmo de la escoba. Me gusta el cepillo femenino, algo visceral, anormal y descerebrado; irreal, inocente y despatarrado. Estoy dispuesto a mostrarle que no es inconsecuente detenerse en el polvo ni impropio considerarlo un trabajo.
¡Hola! Me han gustado las palabras del final.
ResponderEliminarTe sigo, te espero por mi rincón.
Un saludo.
https://marca-indeleble.blogspot.com/
¡Un saludo!
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