La judicialización de la vida, ¡qué tremendo espanto! Odio a loa abogados tanto como a los procuradores o los jueces. Pero veo en mí el más terrible juez y no tengo abogado.
Vivimos en contínuo litigio.
La judicialización de la vida, ¡qué tremendo espanto! Odio a loa abogados tanto como a los procuradores o los jueces. Pero veo en mí el más terrible juez y no tengo abogado.
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