Nadé tanto, nadé como un oso, que al llegar a la orilla e intentar hablar parecía un gangoso. En ese momento preciso, una declaración de amor se confundiría con un exorcismo, y decir "te quiero" sería como invocar a los demonios.
Un oso furioso alcanza el panal de amores lujuriosos y se empalma charlando con el diablo. ¡Quién estuviera allí para oír el exorcismo y la declaración de amor!
Un oso furioso alcanza el panal de amores lujuriosos y se empalma charlando con el diablo. ¡Quién estuviera allí para oír el exorcismo y la declaración de amor!
ResponderEliminarOjalá hubiera algo más que mar para oír barruntar al plantígrado. Nuestras suposiciones ni siquiera nos reconcilian con los fantasmas.
Eliminar