Detenta esa mirada núbil de niña ingenua, unos labios como los Jardines Colgantes de Babilonia, una encerrona para todos los malditos burócratas de Europa.
A cierta edad dejan de importar los traseros y nos centramos en la expresión de los ojos, los dientes, la disposición de las orejas debajo del cabello, el terso frontispicio y la arruga del entrecejo, la lasitud de las mejillas y esa manera de cimbrear el polvo con los párpados. Se idealiza la beldad de una rosa con eccemas, tierra arrasada y quemada, con una azada de enamorar y acariciar tardigrados con las pestañas.
Jo qué palabrejas... Me quedo con cimbrear el polvo con los párpados. 😊 Besos
ResponderEliminarConsecuentes con un tipejo que barre aceras.
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