ESCRITOS


25/4/19

La poesía deja sus marcas, sus huellas, la soledad de sus cicatrices. No sé si creerlo, soy incapaz de testimoniarlo, pero las palabras de un hombre deben valer sus consecuencias. Consideraba que lo había perdido todo por la poesía (tal vez la magna copa sublime esté llena de perversidades y vicios). Esquizofrénico, ex-drogadicto, alcohólico y maldito son los mejores atributos para la lírica, la carta de presentación de un aedo. Los enormes talentos de un dios renegado, de un rey denostado, hoy mendigan entre el ingenio y el hambre. La vida impone un precio y un límite. Reconocernos es profundizar en el desprecio.

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