Necesito una mujer que hable demasiado, para no escuchar nada, para evadirme en el acto. Molesta como un moscardón con los labios pintados, me repetirá a diario lo mierda que soy hasta apreciar su encanto, y, ¿por qué no?, el silencio.
Un mudo al lado de una charlatana es igual que un licencioso al lado de una licenciada.
Como dice el bolero: háblame, háblame mucho, como si fuera esta noche la última vez...
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