ESCRITOS


3/5/19

En la barra, una muchacha morena con aires desaliñados, bolso rosa y tanga encarnado (tal vez un estereotipo como el poema y el hado), dijo algunas palabras en un lenguaje avieso (el cielo también puede ser funesto) y al marchar pidió fuego. Ninguno de los presentes fumaba y con menoscabo nos tildó de chicos buenos: ¿es que no hay aquí hombres malos, realmente malos? Los tímidos lobos se ocultaron al observar los encantos del maelstrom.

2 comentarios:

  1. Me encanta la palabra "maelstrom". Yo la conocí hace décadas en "Veinte mil leguas de viaje submarino" y se me quedó prendida y la utilizo alguna que otra vez.

    Puedo oler el aroma dulzón y penetrante del tabaco de esa muchacha a la que me gustaría darle fuego...

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    1. Hasta las más ardientes muchachas saben que no todas las llamas son adecuadas ni pertinentes. A veces todo consiste en el gusto del tabaco y la expectación de un ofrecimiento. Lo cierto es que la mayor parte de los hombres se comportan como señoritas delante de los ángeles aguerridos.

      Hermosa palabra, sin duda, maelstrom...

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