Has caminado quince kilómetros para ver a una chica. Leyendo el periódico te has detenido en la gelatina de Chéjov, a propósito del amor y la conciencia; pero muy pocas miradas, y nulas, más que escasas palabras. ¿Así piensas abrir el paraíso de unas piernas y asomarte a la grandiosidad del alma? La verdad es que te comportas como un auténtico poeta, si es que la poesía puede calificarse de indecisión, o como un auténtico pedante si comparamos tus silencios con la falta de generosidad en las propinas.
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