ESCRITOS


22/9/18

Pues eso..., detente en su culo. Mírale también lo que no es el trasero.  Contempla la puta poesía del deseo, la cruel indiferencia de los cuerpos, la oculta obsesión de las miradas, la candidez en el ribete de sus nalgas. 
Si se llama Sofía, la sabiduría es la más sucinta de las perversiones. 
Permanece en su sonrisa, en los chorreones de pintura, en la trementina de su cintura, en las sortijas perentorias. 
Su corazón se masturba como una paloma; pero la paz es la más efímera de las convicciones.

17/9/18

Celebremos el sonido de los cardos, el runrún de los grillos carniceros, mientras las crisálidas se bajan las medias, lésbicas como el poema del heno. 
Si lees mis versos, mis asentaderas, sobre un taburete, sonreirán como la Gioconda. 
Anduve por la hendidura, caí en el hueco de la libélula y me enamore de una tormenta. 
Eres una Reina que escribe zánganos. Eres un renacuajo en el tedio de las charcas. No me prologues aunque desees prolongarme.
Sobre la hierba, los pétalos de una Rosa de Siria semejan las plumas de una torcaz devorada por los perros.
No estaría mal escribir un libro de versionados, extorsionados, erosionados... Pero quién sería el autor de tales despropósitos, y qué pasaría si la interpretación desbancara al original. ¿Acertaría la poesía? ¿Ganaría algún ego? ¿Qué, si el verso no es monoparental ni monógamo? ¿Qué, si le agrada más el concubinato, la bacanal y el desenfreno? Seguramente saldría del armario y el connubio con su transexualidad descubierta.
El océano acabará llegando a la pecera, a la jaula de oro de todas las aves, y allí la soledad será como nadar o tocar el cielo con los dedos.
Es hora de apilar recuerdos, de abrasarse en la arena, de leer entre lineas yuxtaposiciones de sol. ¿Por qué conformarnos con el encierro cuando arrasa el piélago? El corazón, aletea, aletea como un pollo sin cabeza, recoge el semen de todos los ahogados y dibuja una estrella.

16/9/18

14/9/18

Un país que se precie encarcela a sus políticos, sean independentistas o no.
Si todo es incierto, qué es la certeza. Si todo es verídico, qué es la falsedad.
Nadas, ya que no puedes naufragar en una hembra ni sumergirte en una vagina hasta el Mar de los Sargazos. Nadas de boya en boya y te agarras a una argolla. Miras si hay un dulce bikini en la eslora o una sirena en la ola. Nadas como una pimbola asustando a las gaviotas.
Sales a la calle y no sabes que hacer con el lastre. En una mano una bolsa y en la otra la vejación se adelanta a los pronombres. Miras el esfínter de tu cánido y suspiras confiado, pero algo ha salido mal, algo ha salido de su ano hacia su amo y te ha mirado de soslayo, igual que un depravado amor, instrumento del diablo.