¡Podemitas, podemitas, qué hermosas son las podemitas!
¿Qué es peor, que Rita Maestre se desnude ante los altares e increpe, o que un cura pederasta imparta oficio, comulgue y bendiga?
¡Podemitas, podemitas, qué hermosas son las podemitas!
Siempre es preferible el asalto a las capillas complutenses.
Poesía y política no se casan en el siglo que estamos: su finalidad siempre se declaraba agnóstica
ResponderEliminarTienes razón. Me considero, no apolítico, sinó antipolítico. Poesía y política no casan, y esta no es la escepción. También habría que preguntarse hasta qué punto fe e Iglesia no son un matrimonio de conveniencia.
Eliminar