Los Gigantes de oro alguna vez durmieron con dinosaurios en las cunas. Es hora de pisar lagartijas, cráneos de monarcas eméritos y allegarse a algún cielo lleno de rosas y escaramujos.
Detener la inspiración es como cortar la meada. ¿Cuantas veces apretamos la vejiga hasta que la orina rebosó en el borde y el poema se convirtió en una salmodia?
Nos asomamos a la tierra hueca, al sol interior de los mundos, mas todavía no hemos observado la singularidad que defeca caracolas en una esquina del orbe. Por el momento sobrevuelan bolsas de basura o yacen mecidas por las olas como sábanas de plata, mientras las niñas cursis se hacen selfies vaginales.
En una charca de amor hundí el dedo gordo y atrapé un cangrejo. No hay nada peor que sentirse vacío como un electrodoméstico o enamorarse de un refrigerador.
Los Gigantes que se sientan en el trono de la creación alguna vez jugaron con muñecos de trapo.
Los gigantes de oro no duermen porque son seres inertes, como los monarcas eméritos. Me gusta allegarme a ese cielo tuyo cuajado de rosas y escaramujos... ayer aquí en el crepúsculo, se veía justo así... salpicado de sol ensangrentado, es la única sangre que me gusta, la que brota de entre las nubes mientras las difumina ; )
ResponderEliminarAllí hay titanes desangrándose en el borde mismo de los horizontes...
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