Esto no es una tonada rusa. Los ojos de la patata son los ojos del vodka. Me has engañado, amor, me has engañado porque naciste de la tierra y yo te confundí, borracho, con un ángel; y ahora estoy compungido como una cebolla. ¿Qué se le va a hacer, qué se le va a hacer, si ebrios soñamos en un patatal? Brindemos, brindemos ahora, monda y lironda, con un poco de suerte no desentonaremos con la canción. Las solanáceas son tibias como el atardecer y heladas como la noche. Te saché, te saché y te corté en dos. Te saché, te saché y se te comió el ratón. Tu puñetero corazón es una piedra y no sé cómo destilar alcohol de una roca. Alma de escupidera, te di algo para amar y me devolviste una traición. ¡Maldita, estoy tiznado y eso ya no lo remedia el hado! ¡Asesinemos la poesía con puñaladas traperas, miel y vinagre para las heridas y licor para las penas!
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