-¿Le importa si fumo?
-Sí.
-¿Le importa si me esfumo?

Poeta, ya tienes tu inmensa soledad para lamer vaginas de calamar. 

Acostumbrado a acuñar me conformaría con ser el membrete de tus tetas, pero antes de rubricarlo haría de pisapapeles y matasellos. Si pudiera parar el tiempo me quedaría con un impreso de tus pezones en un recurso de amparo.

-Necesito que me folles...
-¿Aquí, en la oficina, delante de todos?
-¡No, tonto, delante de tu madre!

Ríete de los pechos afilados como guadañas y del cepillo de Puigdemont.

En aquella relación había demasiados porqués. La indiferencia de las razones ante la insuficiencia de las exclamaciones.

-Votarem! Votarem! Votarem!
-Disculpe. ¿Qué dicen éstos?
-¡Follaremos! ¡Follaremos! ¡Follaremos!
-¡Bravo por nuestros estudiantes!

Dame un poco de cielo azul y mierda de papagayo en la sopa.

No son negros los ojos del Amo... sí de fuego... Dorados. (Megan)

Esto no es una tonada rusa. Los ojos de la patata son los ojos del vodka. Me has engañado, amor, me has engañado porque naciste de la tierra y yo te confundí, borracho, con un ángel; y ahora estoy compungido como una cebolla. ¿Qué se le va a hacer, qué se le va a hacer, si ebrios soñamos en un patatal? Brindemos, brindemos ahora, monda y lironda, con un poco de suerte no desentonaremos con la canción. Las solanáceas son tibias como el atardecer y heladas como la noche. Te saché, te saché y te corté en dos. Te saché, te saché y se te comió el ratón. Tu puñetero corazón es una piedra y no sé cómo destilar alcohol de una roca. Alma de escupidera, te di algo para amar y me devolviste una traición. ¡Maldita, estoy tiznado y eso ya no lo remedia el hado! ¡Asesinemos la poesía con puñaladas traperas, miel y vinagre para las heridas y licor para las penas!

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Yo estaba ocupado con tus gemidos (nos podría haber oído el viento en Camariñas). El sol templaba mis cachas bajo los pinos y a ti se te clavaron las acículas en el ombligo. Aparté los rastrojos para que pudieras copular en las toallas pero mis calcetines desmontaron la escena de la playa. El norte vociferó en la gruta boscosa su hermosa melodía atormentada: barreremos el polvo, vida mía, y el olvido barrerá nuestro recuerdo.

Estamos tan salidos como limusinas de feria que hasta la bruja de la escoba es una zorra con encantos. Bueno, padre, te llevo a casa, ya estás mejor, y a la enfermera también por el precio de dos (me enferma el estampado de sus bragas).

¿Por aquí puede ser filete con patatas? Preciosa, por aquí puede ser tu carne y mis tubérculos.

Con el desperdicio de tus ojos se podría alimentar a un ejército, con el desprecio de tu mirada librar una contienda.

He sido atracada por un aparcacoches. Eso es lo que piensa una mujer cuando se da cuenta de las intenciones de un galán.

Ama como si te lo hubieran hurtado todo. Vive como si no poseyeras nada.

Quítate la ropa lentamente, desconsiderada e indiferente, como si fuera gravoso acostarse conmigo, y duérmete antes que llegue la Galerna (no te preocupes, es sólo un ejercicio en la distancia, una asignatura a impartir). Descubrí un placer gandul y apático. Cuando te besé, tus dulces ojos cerraron los párpados. San Pedro no sabía que estábamos dentro, impasibles como muermos. De observar siempre el rostro de Dios nos desmotivamos y llegamos a caer en la más absoluta desidia. Sopor y cabellos de ángel eran nuestras almohadas. 

Aquella chica de ojos ambarinos, del color del trigo segado, metió el brazo entero en aquel caldo (espeso como un día sin alma), entonces me sentí como el culo de una vaca, dispuesto a levantar el rabo.

El deseo no pasa dos veces por el mismo cadáver.

Me habéis engañado. ¿Me has engañado? Hiciste bien, yo también creo perdidamente en el amor.

Tus besos son como un cáncer y en algún momento deseé ese mal.

Desperdicias el afecto si no te detienes en el ojo de la tormenta.

Tengo roto el corazón de amarte sin escuadra y cartabón.

¿Señora o señorita? Lo pregunto para conocer su grado de insatisfacción.

501 alarmas y ninguna funcionó a la hora de perderte.

El poema nunca se equivoca, él es nuestra presunción.

Cuando salías conmigo, eso pensaba, cualquier mujer enamorada estaría dispuesta a fregar los platos, pero tú preferías un lavavajillas a un solitario grifo sobre la cubertería. Ahora recuerdo que después de conocerme el amor te parecía una absurda jaula para simios.

No hagas de mi corazón una respetable casa de putas... Ningún cielo salvaje llueve en un orinal.

Pequeña, yo no creo en medias naranjas. Espero que hayas encontrado definitivamente el palo de la escoba, el mango de la fregona o el pomo de la puerta...

Subiendo por las escaleras de servicio hacia un centro comercial, el poeta lleva a su nieta en brazos.
Asciende de los sótanos un hedor a desperdicio. El poeta se jacta de la nauseabunda fragancia, y, la divina criatura asiente con total indiferencia: ¡es tu aliento que huele a basura!
Por supuesto, un ángel es incapaz de mentir.

Si respiramos el mismo aire y comemos las mismas lentejas, cagamos el mismo pellejo de legumbre así nos escupan las uvas de la ira a la cara.

El amor nos llena de cuervos y nos hace graznar sobre cadáveres.

Ahora estoy ocupado con material de publicación. Tengo que escoger la foto de un ano para el encabezamiento de un libro de poemas: Se busca esfínter con don de gentes y total disponibilidad para servicios editoriales.

Nana para un niño con suerte...

Hay que hacer de este mundo una casa de citas, para que cuando duerman los infantes se solacen los padres.

Me recuesto sobre el asco y sólo tú puedes sacar lo mejor de mi, la animadversión debajo de las alfombras. Soy simple como un memento que escribe códigos en su piel y apresura el tránsito hacia ningún lugar.

Nadie estará allí para nosotros, ni siquiera una madre protectora para reconfortarnos con sus pechos. O sí, puede que sí... Claridad de la muerte, tu leche rebosa en mis labios como un seno de lactancia.

A lo lejos, en el interior de un regazo, la redondeada esperanza, el latido apremiante a través de la acuosa placenta. Llega, y nada puede consolarnos de la terrible decepción de nacer.

Si te doy demasiado afecto huirás de mis caricias. ¿Si te doy desconsideración regresarás a mi tacto?

Tu advenimiento está escrito en alguna clase de liturgia. Tal vez pueda equivocarme como un poeta iluso que juega a la suerte de los necios con sus dados, es probable.

Te debo una disculpa para volver a profanar tu cuerpo... Mientras la puerta permanezca cerrada regresarás a mis llaves. ¡Ay de la puerta cuando se abra, te perderé para siempre por una oquedad!

Como en tantas cosas, también en esto, soy demasiado estúpido y egoísta, necesito que me llames y digas mi nombre para saber que dices mi nombre.

No quiero una maruja, prefiero un marrajo y mandarlo todo al carajo por Poseidón y las Musas.

Nunca he solicitado una niñera porno. Quería pagarte porque olieras mi ambigüedad y me limpiaras el retrete. En medio del desastre, maldecir como blasfemos y gozar como perros. 

Con un inmenso asco de tu parte y la indiferencia de los astros por amarte, deseaba tu desaprobación incondicional y tu más absoluto desprecio.

Dios es ateo, por eso estoy considerando ser creyente.

A veces se rompe el cielo como un fractal porque todo es una especie de algoritmo y el amor un jodido estreñimiento.

El tormentoso camino a la indiferencia es lo mismo que un poema no correspondido, inacabado o inadecuado.