Con la inspiración despejamos velos, pero hay que adentrarse para desvelar el interior. Llenos de escritos, estómagos hinchados y úteros estériles, somos igual de pobres que un padecimiento, y estamos dispuestos a vendernos, vacíos e irreales, lejos de las concubinas.
Me gustaría, me encantaría que me diera tiempo a sonreír en el momento de mi muerte, y pensar, joder, he vivido.
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