Amantes
“¡amantes! no toquéis si queréis vida:
porque entre un labio y otro colorado
Amor está de su veneno armado,
cual entre flor y flor sierpe escondida.”
Luis de Góngora
Antes
que el amor temprano venga
y desate sin
querer su mal inmensurable.
Antes
que al tiempo, inseparable
lazo de amor
nos entretenga.
Antes
que inunde sus riberas
el agua
rebosante
y un susurro
vivo, inexplicable,
desate el
lazo y me retenga.
Antes
que la leve brisa se enderece
en el fluido
estable de su despereza.
Antes
que la dulce pureza
del amor en
mí se asiente
como un fuego
que se eleva.
Antes
que el sable al amor detenga:
pido a Dios
que mi alma lleve
y de mi
cuerpo, amable, se desprenda;
porque mi
corazón, no puede,
está con
ella.
Antes
que al dolor su voz aclame
en la
penumbra del silencio
otras
palabras rotas
que mi ser ya
no comprenda:
quiero que
sepas
que yo
también te ame en silencio.
Antes
que el murmullo precoz de la dehesa
al junco de
la flor balbuceante
haga de
nuestro corazón
amante presa
a la caricia
de su cálido semblante.
Antes
que el sentir, calladamente,
en tus labios
tardíos enmudezca:
haré que tu
alma sienta
el amor que
mi alma siente.
Antes
que cubra de tus ojos el llorar
y cierre de
la alcoba
el hilo que
suspira eternamente
en el pecho
del que siente mansa ira,
y sueñe que
la tarde se entristece
cuando va
muriendo lentamente el día,
porque otra
aurora que a tu ser
busque y
encuentre
hará salir
de tu boca dulcemente
otra natural
sonrisa.
Antes
que los repentinos
achaques del
sufrir
cierna de
sombras tus mejillas intranquilas
y muera la
luz que llena tus pupilas
del jolgorio
y la alegría de vivir.
Antes
que sucumba el fuego de Vulcano
y la lava de
su mano
detenga mi
camino.
Entonces,
soñaré con encontrarte
al otro lado
del abismo
para amarte.
Antes
que muera el torbellino
en los labios
del corazón amante
y en las olas
del mar, amortecido,
gima y
ronque, moribundo y sangrante.
Mi voz
escuchará
y mi llanto
romperá contra las piedras.
Subiré como
las hiedras
hasta el
valle del olvido
para decirle
a Dios
que no puedo
olvidarte.
Antes
que la noche desvanezca
y nos sepulte
entre la bruma.
Antes
que flote entre la espuma
la semilla
mecida por el viento
en otra
playa, aún más lejana.
Antes
que en mí crezca
el fuego
incierto del amor inesperado.
Entre las
riendas de lo amado
surcaré tu
cuerpo atento
a sentir lo
que he soñado.
Antes
que al deseo
la flor sea
estima vana
y el pétalo
dormido
de una
extraña sinrazón
acaricie los
tus ojos
de la color
que engaña
y encierre
lasciva hipocresía entre sus paredes blancas.
Deshojaré
sus pétalos y seré otoño
para que un
nuevo retoño
vea la
poesía.
Antes
que el Tiempo nada decir pueda
le diremos al
Tiempo que se vaya,
como si no
hubiera existido.
Y entonces
morirá en el espacio de nuestra calma
como un
susurro inofensivo,
como el rocío
que cae por la mañana,
mirarase su
rostro en nuestro espejo
e irase sin
decir apenas nada.
Antes
que el Amor, tal vez, acuerde
en el tiempo
que amó, sentir humano,
éxtasis de
hermoso vuelo
éxtasis de
un cielo claro.
Ahora, a
tientas del rebaño,
del buen
pastor busca remanso.
Porque ido el
padecer del corazón temprano
se aflige y
llora en cano ruego
como
queriendo del juego desasirse,
y una cálida
azucena está a dormirse
sobre el
sorbo caliente
del dorado
heno.
Antes
que el ardor de la nevada
la montaña
cubra triste en su deseo
y otra
primavera inesperada
despierte en
la sangre del Egeo.
Yo seré
Mino-tauro enamorado
y en el
laberinto de lo amado
moriré por
la espada de Teseo.
Antes
que el hilo de Ariadna
-en Creta,
del lugar perdido,-
al amor de lo
desconocido,
en mi ser,
otra vez nazca.
Y el traidor
infame, hijo de Etra,
descanse al
arrullo de una rústica amazona
con su
Hipólito destino.
Aquél,
condenado por Plutón
a permanecer
eternamente
en el estigio
mar de los vacíos
y por
Hércules libertado de tal suplicio,
no ha de ser
llamado digno
sino traidor
al amor en su principio.
Antes
que el Naxos abandono
de la perla
de Minos y Pasifae
se arroje al
mar o, tal vez, por donde cae
el licor de
aquel tan leve tono.
Será sólo
recuerdo del olvido
porque como
amor prohibido
perderá el
aliento de su rostro.
Antes
que despierte de su sueño
la canción
del ave en la llanura
y cubra el
calor de mi montura
los haces
rayos de tu pelo.
Antes
que el celo de mis labios
en tu boca
encuentre
el celo de
otros labios más salvajes,
y quitemos
nuestros trajes de ilusión,
y vistamos
nuestros cuerpos
de voraces
besos.
Entonces te
llamaré pasión,
y te llamaré
en la escarpada de los horizontes,
y se lo diré
a la inmensidad de nuestro ser.
Antes
que cierren las fronteras
y el hombre
soñador que llevo dentro,
que tu
llevas,
se destruya
por el llanto del sufrir ajeno.
Porque siento
la tristeza del seno machacado
y del niño
maltratado en sus adentros.
Antes
que de la tormenta
la lluvia
caiga
y la ira de
los truenos
el relámpago
que tiembla.
Antes
que ya no entienda nada
y la nada
apenas sea entendimiento.
Antes
que las sombras desvanezcan
al alba de la
tarde en la mañana
y encierre de
las selvas
las vírgenes
marañas del sentir.
Antes
que al rumor, aletargado,
Endimión no
se despierte de su sueño.
Antes
que el dueño de la noche
secuestre en
sus brazos nuestro sueño.
Antes
que la luz mengüe en las entrañas
el vuelo
pasajero de los pájaros alados
que cruzan
los claros allende la verdad,
y cierre de
la oscura realidad
la voz que
sale de tus labios
en perpetua
desbandada:
el viento
enloquecerá en los abismos rocosos
y los
graznidos furiosos de los cuervos
me sacarán
los ojos
para no
llorar jamás.
Antes
que la absurda alimaña
se ensañe en
el preludio de alto mausoleo
y destruya la
ingente prisa
de su mal
presagio.
Compondré
con las telas de la noche
cubiertas de
rocío
los sonidos
del adagio
más hermoso
a tus oídos.
Antes que el
ser,
al futuro de
no ser sea al instante,
y el acero
del puñal
cruce el
centro de la desesperación:
buscaré tu
corazón en el rincón más apartado
y contestaré
al clamor del dolor
sin más
espera
que el fruto
estéril
de otro amor
desconcertado.
Aún
antes que tentara la suerte
de la suerte
más ingrata
y la grotesca
colegiata de la honrosa dignidad
marchitara la
beldad de la más lozana rosa.
Sentirá más
incierta la ilusión
y será más
profunda la traición
que al
corazón desplome y sobrecoja.
Antes
que a los infiernos
baje el ánima
sin vida del muerto corrompido,
y huya
Lucifer, desguarnecido, de la tumba
entre las
llamas de la muerte.
Venceré al
Dios de las tinieblas
y entre las
sulfurosas colmenas
de las
cristalinas rocas
pasarán las
horas locas
a la inversa
de los tiempos.
Antes
que el corsario
arribe su
velero en una desierta cala
y descubra en
su atalaya
las pardas
sienes del escollo alzado.
Antes que el
reflejo
del alma
pura,
deje tu boca
al descubierto.
Beberé de la
fuente de tus labios con dulzura
y acariciaré
tu cuerpo, ávido de ternura,
con las yemas
tibias de mis dedos lacios.
Antes
en tu vientre descansaba,
y no tenía
frío,
y no sentía
miedo.
Antes
con tu vientre yo soñaba
y decía que
pensaba que te quiero
porque antes
de todo ya te amaba.
RRR