ESCRITOS


23/9/19

Puedo convenir con todas las críticas, incluso las más mordaces, sin embargo los elogios siempre me parecerán irrespetuosos.

2 comentarios:

  1. En una perspectiva budista, los elogios y los halagos son una forma de restarle fuerza, de debilitar al que los recibe. A mí no me gustan en absoluto. Prefiero más una buena reflexión que un halago, y soy consciente de que tú también lo prefieres y que te estimulan los vituperios por más mordaces que sean.

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  2. Con absoluta seguridad, la poesía necesita que la zarandeen y le desmaquillen los ojos, que la vilipendien y humillen hasta el sarcasmo. Más que el piropo facilón y la detestable lisonja nos atrae la vejación y el castigo. Odiamos, por lo tanto, el aplauso, el circo de jabón y la pompa. Todo poema se expone como un dechado de virtudes delante de un maltratador de género. ¿No deben ser así los críticos?
    Sabes que en este blog puedes ensañarte. Estoy procurando algún que otro puntapié, algún que otro ultraje, para sentir cosquillas en la apófisis y resuellos en el aforismo. Si se te va la mano, no te preocupes, me sentiré como Gilda abofeteada por Glenn Ford.

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