ESCRITOS


8/7/19

Arrojar la piedra

Hermoso torso heleno con la declaración: soy tuya, polvo y mármol, haz conmigo lo que el cielo hace con los pájaros.
Sin duda todas esas aves querrán picotear tus encantos, corretear y hacer un nido en tus manos. Dicen que la belleza debe ser tomada de la belleza y es imperdonable la fealdad para esas ocasiones especiales.
Reconozco que vas a romperme por detrás y meterás un pie en mi garganta hasta tocar la campanilla con tus dedos. 
Estoy sediento de algo inmensurable y deseo mil agujas para sentirme un puercoespín o un insecto. 
Jadeas a un ritmo sincopado, nunca he podido seguir el compás de un tango. La música se emancipa del baile y amarse es como un terremoto en braille. 
Dejando caer la piedra has atinado en mi pellejo. Sé que todas tus palabras tienen dueño, pero por qué no hacerlas más diáfanas y pensar que enteramente nos pertenecen. 
Hay que ser insensatos para pensar mal de los ángeles y reclamar bondades a los demonios. He sido imprudente, lo confieso, al fin y al cabo solo los payasos cejijuntos tienen un puente entre los ojos.

3 comentarios:

  1. de torsos helenos conozco pocos, yo creo que mi espejo es intolerante a la belleza, y aunque no me gustan los pajarracos embrutadores, me alegra sentir cómo el mármol se mantiene a lo suyo... y qué es lo suyo? ¡depende de tantos factores! de las espinas que cargue cada flor, del compás que toda piel acaricie...

    la piedra, extensión de los dedos que la lanzan, como las palabras del oyente que interpreta juzga sueña

    confesar no ser de nadie, ahí radica la valentía del que cruza cada puente sin temor al terremoto

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