25/12/18
24/12/18
14/12/18
Amo a los poetas de verso caliente, corazón incipiente y calcetín desaparejado; los otros, los conformistas del tránsito, no me interesan ni convencen. ¿Cuánto tardara la plétora en venderse y anunciar un ego más altanero que un bocarte, tan solo por una literatura enlatada y un alma encorsetada? ¿Renunciar a la eternidad por una trémula librería y las mollejas tristes de un lomo despellejado? No pagaré por poemas libres, poemas de corazón verbenero con la palabra amor lamiéndote el conejo. ¿Cómo es posible que el más pendenciero de los rateros, el más estúpido de los cretinos, el más hipócrita de los versificadores ni siquiera tenga la decencia de llamarse pirata, mancebo de cantina o escarnio de mendicantes, sino tirada chusca e irrisoria a unos cuantos centavos?
No me llevo bien con la izquierda ni con la derecha, soy manco por convicción y confirmación. Lo cierto es que no le doy ninguna credibilidad a las tendencias de los antebrazos, ni para justificar ni para idealizar, tan solo para abrazar. No quiero llevar ninguna bandera de procesión por las calles, prefiero un buen pendón al viento de las cabalgaduras y tus ojos y tu talle y tu cintura. Apartemos entonces la política espuria de nuestros lascivos dedos, de nuestros descreídos besos, de nuestros labios inanes, pues como tontas falanges se afanan por un espacio en la indignidad. Prefiero un camastro, un tresillo, la naturaleza desbordada de tu naturaleza, así de simple, sobre un lecho, o bajo un techo de hojas devoradas por insectos. Nosotros somos del gusano su morada, tarde o temprano el verde follaje reclinará en las ramas y el poeta amará su ocaso, cuidará de sus larvas y le crecerá en las entrañas un amor por la selva.
6/12/18
5/12/18
4/12/18
Nunca me aburriría en un recital poético, rodeado de tantos egos agridulces, culos ilustres, cuescos de porcelana, con la mortaja y morfina del corazón. ¿Qué es lo indómito del alma al lado de un incipiente poema? ¿Qué es lo salvaje de un beso comparado con la lasitud de un verso? Tanta zafiedad me hace sentir pletórico y sarcástico, tanta pedantería me hace aplaudir con estrépito, pero demasiado amor agota mi paciencia.
1/12/18
Adán copuló con todos los animales, mas ninguno logró satisfacerle. Jugando al despiste se afanaba en bestias imposibles, pero ni siquiera le agradaron los delfines. Habría que preguntar a la animalidad entera si el hombre estaba a la altura de aquella gesta. Las posturas del kamasutra parecían decentes, incluso con plantígrados y peces. No sabemos si a algún reptil se le arrugo el ceño o se le descoyuntó la mueca, si algún hipopótamo sintió cosquillas en las ingles (muy inglés), o el chochín ahueco las plumas pensando en una lombriz. Luego acaeció Lilith, la gran meretriz, la sombra más oscura, la luz más ardiente, ocaso de sangre en el azimut, a declararse libre y proscrita, adúltera y sin dominios; lampiña e hirsuta al mismo tiempo, come moscas y cascanueces, come rabos y come semen, portentosa criatura. Por allí pasó Samael y, cuando se acostó con él, los demonios se escaparon del psiquiátrico (el Hedén).
Después crearon a Eva, complaciente y obediente, condescendiente y obtusa, para el gran sátrapa zoofílico de la biblia. La dicha de éste halló la conformidad y el pecado al lado de sus agrias maneras, mamando de sus dulces manzanas, pero la felicidad no puede durar siempre como eternidad o sierpe. El ofidio, que había pasado por su lecho, sintió celos de la mujer pues le agradaba más un pene que un alfiler. Así del paraíso fueron echados los polvos y erradicadas las fornicaciones; desde aquella parir se asemeja a zaherir, amar a herir y doler a saber.
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