La casa del artista está llena de ganas de amar, cagar, eructar, orinar, prostituir..., y todos los esfínteres aguantando el oprobio. Risas ingenuas y la poesía descendiendo por el costado del mal. Publica el poeta sus pedos rosados mientras muerde unos labios incrédulos: boca de arcángel, cabello de querubín, alas de gorrión. La devastación de una noche deslizándose por la gatera y la luna ardiendo en la confluencia del mar. ¡Levántate, corazón soplamocos, y dulcifica de lágrimas un triste pañuelo! Tal vez te ame con la bellaquería que no tiene remedio, con la estupidez de un ser insensato y el hambre de un holgazán. Es hora de acercarse a unas cachas, aparearse sin sentido y sin finalidad; ensuciar de semen un magnífico tocado y deshacer como un dios alopécico el arduo acicalado de las musas. 

Todo llega y, en contrapartida, todo regresa.

Quien tiene cuerpo lo utiliza, quien tiene alma la utiliza, de nada sirve reprimir la belleza.

En un arca a salvo del tiempo, alguien o algo guarda el tesoro de la vida para que un simple animal femenino vuelva a empolvarse la nariz.

El hombre mierda, bollería industrial, es el nuevo aborigen australiano.

Me observaste con ojos de desprecio, me besaste con labios de cera. La dicha, la dicha nunca está en lo que se anhela.

El abanderado es el más estúpido de los románticos.

Todo el mundo querrá salir contigo, follar contigo, lo que quiera que se haga contigo... Tienes la totalidad de las estrellas a tu antojo y la posibilidad de cualquier universo, el motín de los soles alumbrándote.

Oh, alma boba y viciosa, te pondré un collar y te sacaré a mear. Allí podrás hacer tus necesidades, oler las esquinas, mover el rabo y ladrar.

Puedes poseer a quien te plazca: ¡complácete!

Es hermoso aguardar en las llegadas el amor que nunca llega. ¡Oh, arrival, arrival, siempre he deseado estar ahí!

Alguien debe elevar la sandez al grado de impunidad, para eso existe la clase política.

Dadme un ser cabal para apreciar lo insensato de un corazón.

No se puede desperdiciar ningún amor ni dejar los huesos para los perros.

Rajoy pretendía parar un trasatlántico con un tenedor cuando el mar era suyo. Ciertamente, todos los mandatarios son patanes a la hora de gobernar.

-¿Usted cree en la ocupación por la fuerza?
-No, sólo en la fortaleza de los desocupados.