Estoy viejo y cansado y, sin embargo, me acostaría con aquella belleza morena de corrector dental. Cuando la observo con ojos de mal follador y mal pagador, y mal bebedor y mal perdedor (toda la maldad junta no puede ser banal), contemplo diamantes en su sonrisa y voluptuosidad en sus ojos (azabaches de una dulzura impecable), y su aparato es una grapadora sellando nuestras bocas.
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