ESCRITOS


18/1/16

La gente me mira raro cuando intento regalar unos cachorros (¡no me atraque usted con su gratuidad, mercader de animales desvalidos!). A mí me gustan las conversaciones banales porque están fuera del protocolo y la sucia poesía acaece sin contemplaciones. Cada átomo nos desprecia y nada nos redime del maltrato, no hay medicación para esa tortura de entusiastas fracasados. Me sobornan los palos de ciego y morderle a los perros, pisotearles a los niños sus juguetes nuevos. Tan sólo una puñalada para deshacerme de esta horrible tortícolis. ¡Claudica, corazón, el cielo es hogar de perdedores! No tener buena reputación nos convierte en seres paradigmáticos. Tú llamas al camino de la virtud; yo, a la senda de los porqueros hacia la porqueriza. Las patadas en la boca del meapilas. Un puñetazo a tiempo en la cara de Rajoy tonifica las mejillas del mandatario (va caliente a misa y puede que incite a su hembra con unos golpes seminales). A Billy y a un servidor les gustan los culos de las cajeras: tanto tiempo sentadas que la mermelada se desparrama por los bordes, tanto tiempo ausentadas que la nata se agria. Hay sopa que meó un tuerto y blasfemó un muerto, una existencia negada sin sustancia ni adobo. Tienes que poner la mesa con la enfermedad y la necesidad de la fraternidad. Si Bryan no se la mete a Doris cuando se pone de rodillas es que es un auténtico mastuerzo. Jódete, Bryan, aprende a hacer una tortilla sin huevos, ya hueles como una demacrada zanahoria sin conejo. Despreciado diario, padezco el síndrome de los otros desde que tengo la razón en desuso. He intentado romper algunas piernas y llevarme a casa a las niñas guarras que luego se lían con un psicólogo argentino. Música para sordos y mi aburrido capullo altruista sin oruga para la metamorfosis.

A xente observa-me raro cando tento agasallar uns cans (non me atraque vostede coa súa gratuidade, tratante de animais desvalidos!). A min gustan-me as conversacións banais porque están fóra do protocolo e a sucia poesía acaece sen contemplacións. Cada átomo nos despreza e nada nos redime do maltrato, non hai medicación para esa tortura de entusiastas fracasados. Subornan-me os paus de cego e trabar-lle aos cans, pisar-lles aos nenos os seus xoguetes novos. Tan só unha puñalada para desprender-me deste horrible cabalo. Claudica, corazón, o ceo é fogar de perdedores! Non ter boa reputación converte-nos en seres paradigmáticos. Ti chamas ao camiño da virtude; eu, á senda dos porqueiros cara á porqueira. As patadas na boca do badanas. Unha puñada a tempo no rostro de Rajoy tonifica as fazulas do mandatario (vai quente a misa e poida que incite á súa femia cuns golpes seminais). A Billy e a un servidor gustan-lles os cus das caixeiras: tanto tempo sentadas que a marmelada se derrama polos bordos, tanto tempo ausentadas que se aceda a tona. Hai sopa que mexou un chosco e blasfemou un morto, unha existencia negada sen substancia nin adobo. Tes que poñer a mesa coa enfermidade e a necesidade da fraternidade. Se Bryan non lla mete a Doris cando se pon de xeonllos é que é un auténtico estúpido. Fode-te, Bryan, aprende a facer unha tortilla sen ovos, xa cheiras como unha desmellorada cenoria sen coello. Desprezado diario, padezo a síndrome dos outros desde que teño a razón en desuso. Tentei romper algunhas pernas e levar-me a casa ás nenas porcas que logo se lean cun psicólogo arxentino. Música para xordos e o meu aburrido casullo altruísta sen verme para a metamorfose.

6 comentarios:

  1. Poema reivindicativo donde los haya. ¿Quién dijo que lo diario no esconde poesía?. Malditos roedores, siempre están a la puerta con sus traajes negros, semejantes al frac de los novios. no les abriré, hasta que endulcen sus miradas cenizas. ¿Quién proclamó que la poesía no existe?. No entendía que es necesario reivindicar nuestro espacio en el unbiverso o que el universo no se hace sin nosotros. Todos deberíamos aprender a saltar el protocolo, que no es más que una etiqueta que nos señala la sociedad y nos hace crear barreras. Me gusta la gente llana, sin tapujos, aquélla que no esconde sus miserias por un pedazo de pan recién salido del horno. ¿Te van a valorar por ser más o menos decente o te han de valorar por ser tú mismo?. Muchas veces las pesadillas dicen más de nosotros mismos que las palabras (sobre las cajeras habría mucho que decir, casi siempre te toca pagar cuando encuentras a alguna). Hoy me gusta la realidad indolente, porque es sabia, no como aquélla que yo vestía para fugarme y quitarle los vestidos a solas. Huir de la condena no nos salvará de ella.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Condenarnos hasta la médula es lo único que nos gratifica. La indecencia de ser uno mismo es lo que más valoro, después, en contrapartida, la indecencia de los demás. El protocolo es para que los pequeños no metan los dedos en algún hoyo, los grandes tenemos que hollarlo todo. Tu pan a salido del horno y sabe de maravilla. Lo que yo quiero de las cajeras no se cobra ni se paga, se reduce a una dádiva. La poesía habita la indolencia sin vestiduras y sin ataduras, por eso nos la pone dura.

      Eliminar
  2. Perdona, una última pregunta: ¿Y quién es Billy?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mis disculpas Jean. Tendría que haberte advertido que mi supuesto "poema" nace como un oscuro reflejo de un maravilloso texto (todos lo son) de un blog que sigo asiduamente (http://historia-dero.blogspot.com.es/) del que es su autor, alias Billy.

      Veo que te has decidido y te has deshecho de los tapujos poéticos que nos coartan para ofrecernos un nuevo talento. Me gustan las nuevas actitudes desinhibidas que nos has regalado en tu comentario. Creo que esa es la senda: desatarse, desatarnos de los condicionantes, para reclamar la libertad sin enjaezar que nos pertenece.

      Eliminar
  3. Está muy pero que muy bien que alguien honre a los culos de las cajeras como es debido.
    Besos.

    ResponderEliminar
  4. ¡Es de honrados dar merecimiento de lo obvio! Además son culos que necesitan un urgente trabajo de tonificación y reposición, un boca a boca y unos masajes, después de una anodina jornada.

    ResponderEliminar